Apuntes comunitarios. 2019 a 2022: cuatro años nefastos
En ese periodo de tiempo ha ocurrido casi de todo lo horriblemente imaginable: una pandemia criminal e incontrolada de un coronavirus originario de China o sintético, vaya usted a saber, una nevada importante con nombre de mujer (Filomena) que nos aisló del resto del país, un volcán desatado y casi inagotable en la isla de La Palma, algunas lluvias torrenciales con bíblicas inundaciones y numerosos incendios que arrasaron miles de hectáreas de bosque, dejando un país con olor a chamusquina y prácticamente calcinado. Total, una catástrofe detrás de otra.
También una crisis energética, que casi nos deja a dos velas, y sus consecuencias económicas, con IPCs disparatados y por las nubes, y sobre todo, una crisis política propiciada por un gobierno social-comunista rodeado de satélites independentistas, nefasto, inútil, derrochador y populista bananero, que, como ya se presuponía, lleva al país a la más absoluta ruina económica e ideológica, promulgando leyes-basura de desastrosa aplicación y de difícil comprensión por parte de la ciudadanía. Total, una crisis energética e ideológica que no la arregla ni dios.
Esta crisis económica trae como una de sus consecuencias más inmediatas una crisis alimentaria, que se traduce en un encarecimiento y carencia de numerosas materias primas y una escasez de productos terminados y muy caros. El sector lácteo es uno de los más afectados, pues la carencia de su materia prima primordial, la leche, ha originado productos finales escasos y más caros, hasta convertir, por ejemplo, el queso en un artículo de lujo, obligatoriamente prescindible de las cestas de la compra más humildes. Total, comeremos gusanos, pero seremos felices.
Lejos están, por suerte, aquellas crisis alimentarias del aceite de colza o de las vacas locas, de las que se sabía la localización y el origen biológico, por lo que eran más fácilmente controlables, mientras que en estas nuevas crisis alimentarias se conoce su origen, pero son más difícilmente controlables porque su localización es universal, o su origen geopolítico es imposible de controlar ya que no dependen de factores locales, sino globales. Total, que las generan los gerifaltes todopoderosos y ellos deciden cuando acaban.
Es importante la seguridad alimentaria implantada, mediante una correcta higienización y desinfección, para evitar contaminaciones indeseables y problemas de salud. Pero a este paso, poco nos va a quedar del sector alimentario para higienizar y desinfectar, porque las materias primas escasean debido a que los costes de producción superan a los beneficios y, por tanto, la rentabilidad cae en picado, hasta limites insostenibles. En un mundo cada vez más sostenible, según los adictos a la agenda 2030, resulta que los costes productivos de casi todo son insostenibles, resultando una paradoja a todas luces palpable.
Por eso, viéndolas venir, los dirigentes actuales preconizan el consumo de productos análogos a la carne, a los lácteos y a las hortalizas y de todo tipo de porquerías infumables, como insectos, algas marinas incomestibles y productos sintéticos en general.
Y la crisis energética la solucionan recomendando coches eléctricos, que suponen un calambrazo económico si decides comprarte uno, con apagar los escaparates comerciales a horas tempranas, dejando ciudades poco iluminadas, casi a oscuras, para goce de cacos y violadores, y con recomendar pasar frío, bajando los grados de la calefacción hasta un nivel de ineficacia calorífica pertinaz y con otras medidas igualmente estúpidas, por no dar su brazo a torcer y potenciar la energía nuclear, entre otras, que es limpia, eficaz y barata, según dice la UE.
Total, que será mejor higienizar y desinfectar a la clase política española dirigente... Que buena falta le hace.
Resumen lácteos