¿Alguien puede imaginar los verdes pueblos de Cantabria, especialmente las poblaciones de montaña, sin las vacas que jalonan su territorio? La Organización Interprofesional Láctea (Inlac) ha lanzado una campaña de información para poner en valor el trabajo del sector. No en vano, es una garantía de autoabastecimiento de leche de vaca, oveja y cabra, así como quesos y derivados lácteos, de vertebración del medio rural y protección del medio ambiente.
“El día a día de un ganadero es muy duro: me levanto a las 5:50 de la mañana para empezar a ordeñar sobre las 06:05; paso dos horas ordeñando y veo si las vacas están bien o mal. Cuando acabo de ordeñar, tengo que lavar las salas, seguir dando de comer a los terneros, luego hay partos…”, recuerda Arredondo, a su vez presidenta de Inlac. “Podemos parar para desayunar, a lo mejor media hora, otra hora para comer, pero estamos continuamente pendientes de las vacas todos los días del año”, subraya la ganadera. Arredondo sabe bien que el sector lácteo es motor económico y de empleo, al tiempo que mantiene los pueblos vivos y los paisajes cuidados.
Pese a la dureza del trabajo y la dedicación que exige, asegura que no cambiaría su modo de vida. Ni mucho menos se encerraría en una ciudad, porque se dedica “a la profesión más bonita del mundo”, al cuidado de sus vacas, a las que conoce como nadie.
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