Recuperamos la revista realizada en 2016 a Javier de Miguel como presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Quesos (Anfaque) y gerente de Quesos Dulcinea, empresa quesera fundada en 1925. En ella analiza la situación actual del sector del queso en nuestro país, así como las acciones puestas en marcha por la asociación, en colaboración con la Federación Española de Industrias Lácteas (Fenil) y por el Ministerio de Agricultura (Mapama) para el impulso del mercado.
En un contexto siempre difícil, Anfaque trabaja en la defensa de los intereses del sector, además de asesorar y apoyar a sus socios en política alimentaria y medio ambiente, información al consumidor y etiquetado de todo tipo, en calidad, I+D+i, formación, procesos industriales, relaciones laborales... Asimismo, se informa sobre las cualidades nutricionales de los productos lácteos. En ocasiones, determinadas modas o corrientes sin ningún aval científico pueden llegar a obligar a reformulaciones imposibles o que van contra la esencia de nuestros quesos. “Regular y legislar aisladamente contra la tendencia de los mercados puede poner en peligro la capacidad de competir de todo el sector”, explica De Miguel.
¿Cuáles son los objetivos principales de la Asociación Nacional de Fabricantes de Quesos?
En términos generales, podemos decir que es la representación, defensa y promoción de los intereses generales de los fabricantes de queso asociados frente a las administraciones y todo tipo de entidades que, de una u otra forma, tengan influencia sobre nuestra actividad.
En términos operativos, se traduce en un análisis continuo del marco estratégico en el que se mueve el sector, adaptando las prioridades a las necesidades de nuestros asociados. Esto quiere decir que, desde Anfaque, y en el seno de Fenil, tratamos de ejercer el liderazgo en favor de nuestros asociados.
Nuestra labor está centrada en tres ejes. El primero es ejercer influencia sobre nuevas propuestas de normas, marcos regulatorios, etc, para que se elaboren de acuerdo con los intereses del sector y se apliquen de modo que el sector pueda adaptarse a ellas con los menores costes y la mayor estabilidad posibles.
El segundo eje consiste en proporcionar servicios a los asociados en distintas áreas, como competitividad, tanto en el mercado interior como en los mercados internacionales, con actividades de promoción y de apoyo al acceso de nuestros productos y ayudando frente a todo tipo de barreras técnicas. También asesoramos y apoyamos a nuestros socios en política alimentaria y medio ambiente, información al consumidor y etiquetado de todo tipo, en calidad, I+D+i, formación, procesos industriales, relaciones laborales... Sin olvidar la interlocución sectorial, defendiendo y dignificando nuestra actividad en el seno de la cadena láctea, desde nuestro proveedor estratégico, que es el ganadero, hasta nuestros clientes de la distribución y en el exterior.
La tercera vía se centra en la información sobre las cualidades nutricionales de nuestros productos, a menudo puestas en cuestión por modas o corrientes sin ningún aval científico, pero que están afectando tanto al consumidor como, en ocasiones, incentivando iniciativas legislativas que pueden llegar a obligar a reformulaciones imposibles o que van contra la misma esencia de nuestros quesos.
¿Cuáles han sido los principales logros que ha alcanzado la asociación durante su andadura?
Podemos decir que, a lo largo de los últimos años, se ha producido una transformación y modernización importante en la Asociación y en Fenil, que ha llevado a que los logros en las distintas áreas que hemos descrito sean medibles y constatables. Algo absolutamente necesario en un contexto siempre difícil, regulatorio y de mercado, que requiere una vigilancia y adaptación constante ante los retos que día a día se nos presentan.
Creo que no me corresponde a mí enumerar detalladamente estos logros, pero sí quiero indicar que todas las mejoras conseguidas por esta asociación para el sector de los quesos han sido fruto de la labor los grandes profesionales y técnicos que tenemos en la Fenil, y, más concretamente, de los directores generales que han trabajado conmigo a lo largo de mis años de presidencia. Y, por supuesto, de mis predecesores en el cargo, que han creado los pilares que luego nos han permitido crecer.
Me gustaría destacar a dos personas a este respecto: Francisco Rodríguez, antiguo presidente de Fenil y de la asociación, y buen amigo, del cual he aprendido mucho, y Luis Calabozo, que en la actualidad trabaja con nosotros como director general de Fenil y a quien debemos reconocer, entre otros grandes logros, el haber sido gran artífice de la modernización de la Federación y de la Asociación Nacional de Fabricantes de Quesos.
¿Cómo valora las medidas llevadas a cabo por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) para fortalecer el sector lácteo?
A lo largo del último año y medio, aproximadamente, hemos asistido a un ciclo bajista del precio de la leche de vaca, que coincide, pero en mi opinión no es causa, con la finalización del sistema de cuotas lácteas en Europa y en España. Este hecho se ha transmitido a los mercados de las leches de oveja y cabra, sobre todo a través de las importaciones de quesos excedentarios europeos a precios bajísimos, no compatibles con los costes de la leche española.
Ante esta situación, desde la administración europea y, sobre todo, desde el Mapama, no han dejado de proponerse todo tipo de medidas, algunas con mayor éxito que otras, pero, desde luego, no se puede decir que la situación del sector no haya sido prioritaria para el equipo de gobierno actual.
En este sentido, si la evolución del precio de la leche de vaca se considera una medida del éxito derivada de estas políticas, podemos decir que tanto las políticas como los acuerdos propiciados desde el Mapama han limitado esta caída, especialmente en comparación con las caídas del precio de la leche de vaca en nuestros países vecinos competidores.
¿Cree que tendrán resultados positivos tangibles?
Podremos decir que sus resultados han sido positivos en la medida en que, ante la mayor volatilidad de precios, costes y producciones que van a caracterizar en el futuro a nuestro sector, contribuyan a evitar que se destruya tejido productor y transformador. Éste será no sólo viable, sino también necesario en la tendencia a largo plazo. Ahora bien, no podemos olvidar que el mayor reto para la sostenibilidad de un sector pasa indefectiblemente por asegurar su competitividad.
Cuando hablamos de factores de competitividad, debemos tener claro que el marco regulatorio de un sector se convierte, en ocasiones, en determinante. Competitividad implica, al menos, conseguir las mismas condiciones de costes, aunque no sólo, que aquellos que ponen productos iguales o sustitutivos en el mismo mercado. Por ello, regular y legislar aisladamente contra la tendencia de los mercados puede poner en peligro la capacidad de competir de todo el sector y, con ello, su futuro.
En este sentido, en un mercado europeo sin fronteras, que a su vez participa como protagonista de los mercados globales, la nueva tendencia de aplicar el llamado opting-out o voluntariedad para que cada estado miembro de la Unión Europea decida qué regulación común aplica y de qué forma, puede convertirse, aun con la mejor intención de proteger a su sector nacional, en una fuente de desventajas y de destrucción de valor, que lleven a conseguir justo el efecto contrario al pretendido. Iniciativas recientes así lo pueden confirmar.
Por ello, escuchar y contemplar por parte de las distintas administraciones las observaciones, opiniones y sugerencias de los protagonistas directos del sector es una práctica que debería ser prioritaria para todo regulador.
¿Cuáles son las principales fortalezas y debilidades del sector del queso en España?
En cuanto a las fortalezas, destaca la disponibilidad de leche de las tres especies, oveja, cabra y vaca, lo que permite una gran versatilidad y diferenciación de nuestros quesos, tanto en el mercado nacional como en el exterior.
También es importante la diversidad de regiones, climas y sistemas de fabricación, que permite explorar un gran abanico de opciones para un consumidor cada vez más exigente. Por último, es muy destacable la capacidad, tanto de ganaderos como de fabricantes de queso, para adaptarse a un entorno continuamente cambiante, como se ha demostrado a lo largo de su historia.
Respecto a las debilidades, la primera es la limitación de acceso a la leche de vaca que el sistema de cuotas lácteas impuso a nuestro país en comparación con nuestros vecinos del norte de Europa, y que ha condicionado fuertemente el tamaño y desarrollo de nuestra capacidad quesera. Por ello, nuestro gran reto es desplazar las enormes importaciones de quesos commodity europeos a precios bajos, que hoy por hoy abastecen en torno al 40% de nuestro consumo interior, a la vez que continuar con nuestro progreso exportador, que ha supuesto que nuestras exportaciones se incrementaran en más de un 125% desde el comienzo de la década.
¿Qué papel tiene el queso artesano en el mercado español? ¿Cómo prevé su evolución?
El sector quesero artesano es el subsector lácteo más numeroso de nuestro país en unidades de transformación y el que presenta la mayor dispersión geográfica. Su importancia es enorme como fuente de diversidad y diferenciación generadora de valor para nuestro sector y como parte fundamental de un tejido industrial lácteo moderno, con potencial de consolidación y colaboración, y capaz de afrontar con el éxito que está demostrando todo el sector quesero: el reto de competir tanto en el mercado español como en el exterior.
Respecto a Quesos Dulcinea, ¿cuál ha sido el recorrido de la empresa desde sus orígenes y qué punto se encuentran en este momento?
T. Miguel García, S. A. (Quesos Dulcinea) es una empresa de larga tradición familiar. La fundó mi abuelo Teodoro en 1925, a partir de acuerdos con productores, formando pequeños centros de recogida que luego poco a poco se fueron transformando en pequeñas fábricas, llegando a tener en aquellos tiempos más de doce microfábricas.
Con el tiempo, y con la incorporación de mi padre, Emilio, esas fábricas se fueron fusionando, hasta dejar finalmente tres fábricas en diferentes comarcas de Castilla-La Mancha y Castilla y León. En 1975, mi padre formó la sociedad actual, T. Miguel García, S. A, y en 1985, con la carrera recién terminada, me incorporé a la empresa de manera definitiva. Realizamos una concentración de las fábricas, comenzando un periodo de gran crecimiento en el cual coincidimos las tres generaciones. Todo lo que he aprendido sobre el sector lácteo me lo han enseñado estas dos personas entrañables.
En la actualidad, dos de mis hijos ya se han incorporado a la empresa, con lo cual seguimos coincidiendo tres generaciones, de las cuales mi padre, a sus 86 años, no falta ni un día a trabajar a la fábrica y sigue siendo un ejemplo de trabajo y conocimientos para todos.
¿Cuáles son sus productos estrella? ¿Qué proyectos tienen para el futuro?
Nuestros productos estrella son los quesos tradicionales de pasta prensada de larga maduración y fabricados con leche cruda, en todo tipo de formatos, adaptándonos a las nuevas exigencias del mercado.
Aunque, evidentemente, la competencia en este mercado cambiante, nos obliga diversificar los productos y a innovar continuamente. La conquista de nuevos mercados es el gran reto que todos los que trabajamos en el sector tenemos que tener en mente cada día.
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