Los sectores ganaderos ya están sufriendo los efectos del cierre del canal horeca (hoteles, bares y restaurantes), de las compras más esporádicas por parte de los consumidores y hasta de la crisis económica aparejada al gran drama sanitario actual. Las producciones extensivas y de mayor valor añadido, tales como ovino, caprino, vacuno e ibérico, lanzan la voz de alarma al atisbar una crisis que puede superar en gravedad a la de 2008.
En estos momentos, existe exceso de oferta y falta de demanda, que en algunos casos se traduce en paralización total, por ser productos muy enfocados a restauración y de alto valor añadido. El cierre de los canales de hostelería y la contención económica del momento actual han abocado a la parálisis, mantienen cebaderos y bodegas llenas, así como a los sectores sumidos en la incertidumbre.
“Desde el 14 de marzo, las ventas han caído entre un 70 por ciento y un 80 por ciento y los precios más de un 30 por ciento”, afirma José Antonio Puntas, representante de ovino y caprino en Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía. Según el presidente sectorial, la irrupción del coronavirus “ha dado al traste con el repunte de consumo que se suele producir en marzo”.
Entre un 20 y un 30 por ciento han descendido, por su parte, las ventas globales de vacuno de carne, perjudicando a las referencias más nobles como solomillos, chuletones y entrecots, mientras ha subido la comercialización de carne picada, hamburguesas y otros elaborados. Así lo explica José Ramón Montoya, representante del sector en la federación de cooperativas. “Los precios se están desplomando en las lonjas”, lamenta.
Por otra parte, se han cerrado las exportaciones a Marruecos y a Argelia y se han ralentizado en Portugal e Italia, mientras Polonia e Irlanda, “tratan de colocar sus productos en el mercado nacional”, explica José Ramón Montoya, quien opina que el daño al sector será mayor o menor, dependiendo de cuánto se prolongue el estado de alarma y, con él, el cierre del canal horeca.
Peor solución se atisba desde el ibérico, cuyo presidente sectorial, Agustín González, considera que se enfrentan a una crisis económica mayor que la de 2008. “Las existencias que hay son muchas y muy caras porque los costes de producción han sido muy elevados, por lo que el sector, sí o sí, va a perder dinero”. Para González, ni siquiera la vuelta a la normalidad supondrá alivio para ganaderos y cooperativas porque “no va a haber capacidad de compra”, como consecuencia de la crisis económica. La única solución que baraja para dar salida a las producciones es que todos “bajen márgenes al mínimo, desde el productor al consumidor, pasando para la distribución”.
En consecuencia, y aunque las cooperativas se han sumado mayoritariamente a la venta online para llevar los productos directamente hasta el domicilio de los consumidores y paliar de alguna medida la debacle económica, lo sectores ganaderos, en su conjunto, piden medidas ambiciosas a la Administración. Actualmente, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) trabaja en la tramitación de un Real Decreto por vía de urgencia que recoge ayudas directas destinadas a ganaderos de ovino y caprino con más de 30 hembras reproductoras, así como a granjas de tratantes y centros de concentración.
Sin embargo, desde Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía se valora que si bien todas las ayudas son bienvenidas, éstas son insuficientes. Como medida principal, los representantes de los distintos sectores piden una férrea defensa del producto nacional, mediante campañas de promoción y concienciación de los consumidores; un acuerdo con la distribución para primar en los lineales las carnes españolas; realizar las gestiones necesarias para recuperar la normalidad en las exportaciones; apertura de compras de intervención pública, ayudas al almacenamiento privado mediante congelación y medidas económicas que inyecten liquidez como la rebaja inmediata de los módulos de IRPF en la actual campaña de la Renta.
Por último, el sector ganadero, recuerda el papel primordial que la ganadería extensiva cumple en el mantenimiento del entorno, la biodiversidad, así como la sostenibilidad económica, social y medioambiental de los territorios, en los que, como se está comprobando, no son la causa de contaminación como desde ciertos colectivos se achaca malintencionadamente a la actividad. Definitivamente, la ganadería extensiva cumple una función clave en la vertebración de los entornos rurales que debe valorarse en toda su dimensión, a fin de evitar, por todos los medios, una crisis como la de 2008 que se saldó con pérdida de cabañas ganaderas, cierre de explotaciones y freno al relevo generacional.
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